Ya ha llegado el verano. Estos días largos y calurosos, que algunos los pasan alegremente de vacaciones en la playa, otros podemos aprovechar algún día para acercarnos y algunos no tienen tanta suerte. Cuando nos vamos a la playa, parece que hubieramos hecho una maratón, y si estamos con los niños, ya ni te cuento. Siempre es gratificante desconectar por un momento del ruido incesante del mundo actual ( interior y exterior). Es un punto y a parte, un momento de evasión que buscamos disfrutar.
Nos ponemos la crema solar, un chapozoncito, y vuelta y vuelta como un lagarto. En lugares de interior, la piscinita también va divina, para sofocar este calor que nos abrasa. Después de un largo día, volvemos a casa toda la familia, por el camino los niños preguntan:
- ¿Qué vamos a cenar?.
Estos padres que se levantaron tempranito para preparar todo lo necesario para pasar el día, arreglaron a los niños, les dieron el desayuno....etc.(o el marido,o la mujer, o ambos). Piensan que está muy cansados y ahora que hago yo de cenar, mejor que nos hagan la cena otro día la haré yo. ¿Dónde comemos? No tengo ganas de salir fuera. Tampoco hay mucho dinero, bastante hemos gastado. Necesito algo rápido y económico, decidido pizza para toda la familia.
El marido está deseando llegar para ver el partido de la selección con una cervecita fresquita, por nada del mundo se lo perdería. Queda media hora para comenzar el partido, y llama para pedir dos pizzas familiares, una ensalada de la huerta, una cerveza, una coca cola para los niños y cuatro helados.
Cuando llega el pedido, una sonrisa. Algunos piensan que vendemos pizzas, otros que sólo nos interesa el dinero, nosotros pensamos que vendemos un sueño, un momento de evasión y calmanos una necesidad para padres y una alegría para los más pequeños. En realidad prestamos un servicio que es necesario: Que sería del futbol sin la pizza o de la pizza sin el futbol.
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